El despiste de un posadero que salvó a la Tierra Media en 'El señor de los anillos'
Randy Meeks
Randy Meeks
-Redactor de cine y series
Juntaletras acomodado, redactor con gato eterno en las piernas, tuitero irredento, millennial orgulloso a su pesar. Respira cine, cree que no hay película mejor que 'El crepúsculo de los dioses' pero en su colección de Blu-Ray no falta 'Super Mario Bros'. La de los 90.

Si el nombre de Cebadilla Mantecona no te suena de nada, ¿realmente conoces a Tolkien?

Si has jugado alguna vez a rol, sabrás que toda buena historia comienza en una taberna entre cerveza, bravuconadas, aventureros buscando trabajo y taberneros con secretos que contar. Y no es casualidad ni viene del imaginario colectivo: realmente, se puede rastrear su inicio en El señor de los anillos y El Pony Pisador, la mítica taberna de Bree cuyo tabernero, conocido como Cebadilla Mantecona, estuvo a punto de cargarse la Tierra Media... Y, en su lugar, la acabó salvando del mal.

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo
El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo
Fecha de estreno 21 de diciembre de 2001 | 2h 58min
Dirigida por Peter Jackson
Con Elijah Wood, Sean Astin, Ian McKellen
Medios
4,6
Usuarios
4,5
Sensacine
4,0
Ver en Amazon Prime Video

Puedes confiar en el posadero

Aunque en las películas Peter Jackson decidiera dejar a un lado la providencia de Ilúvatar, lo cierto es que en los libros originales, Cebadilla Mantecona tiene un papel único en la concepción de la Comunidad del Anillo, aunque ni él mismo lo supiera. Y es que Gandalf precisa que Frodo salga de la Comarca antes de julio, y para ello prepara una carta que el posadero de Bree debería entregar. Sin embargo, se le olvida enviarla y, finalmente, Frodo marcha el 23 de septiembre.

Gandalf entra en furia con Mantecona, pero realmente su olvido es sinónimo de pura suerte. Y es que, si Frodo y Sam hubieran salido cuando el mago proponía, Pippin y Merry no les hubieran acompañado, y en Rivendel no se habrían juntado con Legolas, Boromir y Gimili, ya que cada uno estaba en el lugar por motivos distintos: el Concilio de Elrond no estuvo planificado como vemos en la trilogía, sino que fue pura casualidad, uniendo a quienes allí estaban. Tan solo Gandalf y Aragorn acompañarían a Frodo en su empeño, y probablemente el Anillo jamás habría sido destruído propiamente.

Puede que fuera un despiste, puede que fuera el destino de Ilúvatar. Eso, tan solo JRR Tolkien lo sabe. ¡Ah! Al final, Mantecona recibió los parabienes de Gandalf junto con una pieza de oro cuando se dirigía a su taberna a echarle la bronca del siglo, así que, al final, todos contentos.

FBwhatsapp facebook Tweet
Links relacionados