A sus 94 años, Clint Eastwood es una de las leyendas vivas de Hollywood, y, en sus casi 70 años de carrera nos ha dejado grandes títulos para el recuerdo, tanto en su faceta como estrella como en su trabajo detrás de las cámaras como director de cine, que es lo que realmente ha disfrutado más durante toda su vida. Pese a su avanzada edad, Eastwood estrenó su última película como cineasta el pasado 2024, Jurado Nº 2, un drama legal que actualmente está disponible en el catálogo de Max que muchos creen que será la que ponga el broche de oro a su carrera y que, aunque no sea la mejor, vuelve a demostrar que su talento es inagotable.
Dos veces ganador del Oscar, nadie puede negar que Eastwood sabe hacer cine. Sin embargo, su carácter serio y tajante y su reconocible semblante a menudo ha resultado algo imponente a quienes han tenido la oportunidad de trabajar con él, aunque siempre se ha destacado su profesionalidad y corrección. Asimismo, de Eastwood sorprende el contraste de su ideología política conservadora, siempre afín al Partido Republicano, con la sensibilidad con la que trata muchos de sus temas en algunas de sus películas. Sin embargo, esa dicotomía es lo que realmente caracteriza a Eastwood, que no tiene miedo a expresar lo que piensa y no comulga con absolutamente todos los valores que el Partido Republicano representa, sino que simplemente es fiel a sus ideas.
Ocurrió durante una entrevista con Esquire, la primera que dio junto a su hijo, Scott Eastwood, cuando habló de la importancia de seguir tus instintos. "Siempre me decía eso. 'Nadie sabe nada, así que no escuches a nadie más'", recordaba el hijo de la mítica figura del cine. A lo que el propio Eastwood apuntillaba: "Nadie sabe nada. Simplemente creen que lo saben. Y la gente que cree que sabe más es la que menos sabe".
"En secreto todo el mundo se está cansando de la corrección política, de la adulación. Esa es la generación de los lameculos en la que estamos ahora. En realidad, estamos en una generación de cobardes. Todo el mundo anda con pies de plomo. Vemos a gente acusando a otros de ser racistas y todo tipo de cosas", lamentó poniendo como ejemplo las reticencias que existieron al respecto de Gran Torino antes de que fuese una realidad:
Cuando yo era niño, esas cosas no se llamaban racistas. Y luego, cuando hice 'Gran Torino', incluso mi socio dijo: 'Este es un guion realmente bueno, pero es políticamente incorrecto'. Y yo dije: 'Bien. Déjame leerlo esta noche'. A la mañana siguiente, entré, lo tiré sobre su escritorio y le dije: 'Comenzamos con esto de inmediato'
"¿Qué es la generación cobarde?", le preguntó el entrevistador. "Toda esa gente que dice: 'Oh, no puedes hacer eso, no puedes hacer esto, y no puedes decir aquello'. Supongo que es solo la época", respondió Eastwood. "En lo que está pensando Trump es en que simplemente dice lo que piensa. Y a veces no es tan bueno. Quiero decir, puedo entender de dónde viene, pero no siempre estoy de acuerdo".
En la película, en la que se dirigió a sí mismo. Eastwood interpretaba a Walt Kowalski, un amargado veterano de la Guerra de Corea que, tras la muerte de su esposa, vive una vida solitaria en un suburbio de Detroit, una zona donde los ataques de pandillas juveniles son parte de la vida cotidiana. Cuando el adolescente de al lado intenta robar su Ford Gran Torino de 1972, Walt consigue evitar el robo y la familia de Thao (Bee Vang) insiste en que el joven trabaje para él para saldar su deuda.
"Gran Torino es una película maniquea y contiene algunos subrayados que seguramente no les perdonaríamos a otros pero... existen pocos directores en la actualidad capaces de convocar en la pantalla tanta magia escénica, tanto sentimiento crepuscular en unas imágenes tan sobrias como llenas de emoción", reza la crítica de 4 estrellas de SensaCine. "Una película que resume en cierta manera las luces y las sombras de un director que precisamente ha construido su obra alrededor del claroscuro y de las tonalidades que lo rodean".