No sé para vosotros, pero para mí Adam Sandler siempre será Un papá genial. Supongo que es una cosa generacional y que como vi esa película decenas de veces cuando era pequeña -todas y cada una de las veces que la ponían en televisión, que no fueron pocas- ya no pude desligar a Sandler del personaje. Pero es que él tampoco lo ha intentado demasiado. La filmografía del actor se compone de mucha comedia boba en la que hay poco que rascar. Todo lo contrario de lo que es él en la vida real.
Sandler es, además de actor y uno de los cómicos más importantes de Estados Unidos, guionista y productor. También tiene un patrimonio neto estimado de 420 millones de dólares -hace ya unos años- y, entre otros detalles aleatorios, fue nombrado en 2021 icono de la moda del año por Vogue, por su particular estilo de chándal y zapatillas.
Pero a lo que vamos. Entre todas esas comedias que tantas tardes han llenado encontramos joyas de vez en cuando -que no queremos decir que una de sus comedias no lo sea, pero ya me entendéis-. Es el caso de Diamantes en bruto, una brutal película de suspense dirigida por los hermanos Safdie que se colocó como uno de los mejores títulos estrenados en 2019. Si no la has visto, deberías hacerlo. Está disponible en el catálogo de Netflix.
Howard Ratner regenta una joyería en el Distrito de los Diamantes de Nueva York. Aunque es un buen negocio y le da para vivir holgadamente, sus hábitos le tienen siempre con el agua al cuello. El dinero que gana no le da para mantener la casa de lujo en la que vive con su esposa, el apartamento con su amante y su adicción al juego.
Su última esperanza está en un ópalo negro de 600 quilates que compró gracias al dinero prestado por su cuñado. Espera subastarlo por hasta un millón de dólares y así poder pagar todas sus deudas, pero tiene a mucha gente detrás de él y a una estrella de la NBA que se queda con el ópalo.
Netflix
Diamantes en bruto es "una auténtica obra maestra, digámoslo de entrada", como escribió Philipp Engel en su crítica para SensaCine. "Ratner es un endeudado contra las cuerdas, perseguido por sus acreedores, que se mueve en un entorno que exuda verdad gracias a la cámara nerviosa de los Safdie, que remite al estilo directo del documental, como a la galería de personajes, en buena parte sacados de la calle, con los que se cruza a lo largo de 135 minutos que se disfrutan con un nudo en el estómago. Los Safdie vuelven a demostrar que son maestros de ese ritmo adrenalínico (no por nada se les pasó por la cabeza un remake de Límite 48 Horas, clásico thriller a contrarreloj), que nos retuerce las entrañas, en una mezcla perversa de angustia y placer".
Si no sabes qué ver en la plataforma, ya tienes una opción para disfrutar de buen cine durante poco más de dos horas.
