
Cuatro de cuatro. Todas las películas que ha estrenado el gallego-parisino Oliver Laxe han sido premiadas en Cannes, desde que debutó con Todos vosotros sois capitanes (2010), con la que recibió el premio FIPRESCI. Después ganó el Gran Premio de la Semana de la Crítica con Mimosas (2016), el Premio del jurado Un Certain Regard por O que arde (2019) y, este año, ha sido el Premio del Jurado con Sirat. Una trayectoria impecable que viene a presentar en el nuevo programa de Otra ronda, el podcast presentado por Alejandro G. Calvo.
Laxe aterriza en el programa recién llegado del certamen francés, donde Sirat ha sido una de las producciones más comentadas. "Era para estar contentos", dice el director, "obviamente solo la gente a la que le gusta tu peli se acerca a ti, ¿no? Eso como director lo sabes muy bien. Mucha gente nos decía: '¡la Palma de oro, la Palma de oro!'. Inevitablemente, como que te proyectas, pero al mismo tiempo dices: 'hostia, no seas tan subnormal'. Y cuando te llaman y ya te dicen que tienes un premio, que no te dicen cuál es, es como 'celebra estar aquí y cualquiera que sea el premio".
Laxe empezó a saborear el éxito con 25 años, una edad que él mismo reconoce que es demasiado pronto como para no cagarla tarde o temprano. "El éxito hay que saber gestionarlo. Además, a una edad muy joven, aún estás formándote. He tenido mis deslices por el éxito, momentos en los que he estado un poco arrogante o tonto. Pero gracias a ello y con los años, he ido preparándome y entendiendo que el éxito va más allá de ganar un premio en Cannes", comenta el gallego.
Como hago más cosas que cine en mi vida, eso me da equilibrio. ¿Por qué hacemos películas? Está claro que mendigamos amor
"Buscas ese reconocimiento, tienes ambición. Hay una parte muy del ego de hacer pelis. Pero al mismo tiempo hay una parte noble, hay una parte esencial, hay una parte bonita de querer compartir algo con el público", continúa.
El director ha sido reconocido en todos sus proyectos, pero hacer cine, como él dice, es un salto al vacío. Es un puro acto de confianza. "Lo más difícil de hacer una peli no es tanto la realidad, financiar las pelis, que el equipo funcione, elegir bien el casting y demás. Esas son dificultades, sí. Pero la mayor dificultad es que no te engañes", asegura. En Sirat, cinta que está arrasando no solo en Cannes si no en la crítica, se llevó a las 100 personas de su equipo a rodar al desierto. "Es un salto sin red muchas veces el cine. Sobre todo el cine que hago yo. Trabajar con actores no profesionales, en condiciones extremas", señala.
En su anterior producción, Lo que arde, rodaron en incendios, para lo que tuvieron que prepararse profesionalmente como bomberos. "Hay algo límite en mi cine y hay como siempre una voluntad de tirarme al abismo. Esa es la principal dificultad. Tirarte con el mayor coraje posible. Cuando te pones a escalar montañas en mula o te metes con los bomberos en un incendio o simplemente atravesar el desierto", reconoce.
Tienes la entrevista completa en el vídeo que puedes encontrar sobre estas líneas.